10 octubre 2008

A veces no sé por qué nos cabreamos tanto


con las “tontadas anticlericales” del cine, español o extranjero, de hoy. Lo cierto es que el cine de todos los tiempos está lleno de ellas. Supongo que los predicadores protestantes tampoco eran tan tontos ni tan hipócritas como el que aparece en Duelo al sol, que trata de exorcizar a la bella Perla mientras la mira y remira por todas partes. Incluso el maestro John Ford cayó en esos excesos, y no hay sino recordar al atontado fanático que interpreta Boris Karloff en La patrulla perdida. No, no es nada nuevo que un escritor o un director se burle de lo que no es capaz de mascar. Pero también es cierto que no hay nada más repulsivo que la virtud impostada o el cristianismo cuando es mera apariencia. En el buen cine (sigo pensando en John Ford) salen mejor parados los que dan trigo que los que predican, los publicanos que los fariseos, y eso es puro evangelio. Otra cosa son los burdos desahogos de los subvencionados de hoy.