09 diciembre 2022

Azaña

¿Cuánto hay de los diarios de Azaña y cuánto y qué del propio Rojas en este producto? He sido incapaz de verlo, pero supongo que eso le habría gustado al autor. O no. Porque lo de mezclar los diarios de Azaña con su propia creación era, según confesión propia, una técnica narrativa más, una técnica narrativa atrevida, de esas que él se gasta. Y que le valió los palos que eran de esperar: “Azaña gana el premio Planeta”, y tal.

En todo caso, está claro que lo que es de Rojas es todo aquello que nos presenta al personaje como un meditador en torno a la verdad o mentira de este mundo, es decir, todo aquello que le identifica con su re-creador, el novelista “metafísico” que dicen los críticos. Rojas suele presentarnos a sus personajes históricos en una situación determinada de su vida, real o inventada. En este caso, ya moribundo, en conversación con un obispo, un obispo escéptico en cuanto a la vida eterna, como el San Manuel de Unamuno. Mientras que Azaña, el Azaña personaje, repite hasta la saciedad que en lo que no cree es en esta vida, lo que hace que el obispo se resista a absolverle. En fin, Carlos Rojas.

Y, como de costumbre en el autor, el trance en cuestión se simultanea con una panorámica de los hechos históricos. Azaña conversa, en largas analepsis, con diversos políticos e intelectuales de su tiempo, y aquí, claro, es donde probablemente se sitúen esos plagios de los diarios del ex presidente de la República, no sabemos hasta qué punto alterados o respetados por el de Emory.

Al parecer la novela se vendió bastante; era un premio Planeta, al fin y al cabo. Lo que no sé es cuántos de los que la adquirieron la leyeron hasta el final. La impresión, en efecto, es de una obra repetitiva, no solo porque se repitan una y otra vez las citadas ideas de Azaña y el obispo sobre esta vida y la otra, o el olvido por parte de “Azaña” del nombre de la república de la que fue presidente, efectos estos tal vez buscados por el autor, sino porque las miradas al pasado no parece que hagan avanzar la trama en ningún sentido. En todo caso, la calidad de la escritura de Rojas te mantiene el libro en las manos.

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