26 julio 2019

El don de la fiebre


Este Mario Cuenca Sandoval es un descubrimiento. Ahora mismo no recuerdo si este don de la fiebre es su primera novela pero, en todo caso, si continúa a esa altura, estamos ante lo que se llama un valor seguro*. Es la memoria ficticia de Olivier Messiaen, uno de los compositores contemporáneos de mayor reputación, desde un presente en que el personaje se encuentra hospitalizado en fase terminal. El autor centra las memorias en el campo de concentración donde fue internado durante la guerra mundial, escenario cuyo horror él y varios compañeros trataron de atemperar mediante la música. Su fe cristiana angustiada, muy a lo francés, y su capacidad de sinestesia, es decir, de asociar colores y sonidos, son motivos permanentes en la narración, por supuesto, morosa y psicológica, llevada con el acreditado procedimiento Ciudadano Kane, de flashbacks aparentemente caóticos que nos llevan ahora a la infancia ahora a la madurez triunfante, pero predominando, como digo, ese momento crucial del internamiento en el que lo mejor y lo peor del ser humano se dieron cita. En sus últimos momentos, el anciano entubado vuelve a ser el niño que pedía a Dios saber leer los sonidos, a punto de contemplar el sentido de todo.

*Ojeando luego por Amazon me encuentro otro título suyo con una portada completamente disuasoria. En todo caso, permaneceremos atentos a su trayectoria.


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