para tener el derecho de decirles, duramente si es necesario, las
verdades que les salvarán.*
Es decir, una apologética que no
provenga del amor al prójimo se dirige únicamente a la propia
gloria, y no se diferencia de lo que Pierre de Boisdeffre reprocha en
Montherlant, “una moral construida únicamente para la
glorificación del individuo”. Pero, a la vez, se deduce que el
amor al semejante lleva a afirmar esas verdades con toda la “dureza”
necesaria, como hace un buen padre o un buen hermano. Reírles las
gracias es, por contra, propio del simple amigote o del cómplice.
*En Pierre de Boisdeffre,
Metamorfosis de la literatura, II, “Montherlant en
cuarentena”