Este Mario Cuenca
Sandoval es un descubrimiento. Ahora mismo no recuerdo si este don de la fiebre es su primera novela
pero, en todo caso, si continúa a esa altura, estamos ante lo que se llama un
valor seguro*. Es la memoria ficticia de Olivier
Messiaen, uno de los compositores contemporáneos de mayor reputación, desde
un presente en que el personaje se encuentra hospitalizado en fase terminal. El
autor centra las memorias en el campo de concentración donde fue internado
durante la guerra mundial, escenario cuyo horror él y varios compañeros
trataron de atemperar mediante la música. Su fe cristiana angustiada, muy a lo
francés, y su capacidad de sinestesia, es decir, de asociar colores y sonidos,
son motivos permanentes en la narración, por supuesto, morosa y psicológica,
llevada con el acreditado procedimiento Ciudadano
Kane, de flashbacks aparentemente
caóticos que nos llevan ahora a la infancia ahora a la madurez triunfante, pero
predominando, como digo, ese momento crucial del internamiento en el que lo
mejor y lo peor del ser humano se dieron cita. En sus últimos momentos, el
anciano entubado vuelve a ser el niño que pedía a Dios saber leer los sonidos,
a punto de contemplar el sentido de todo.
*Ojeando luego por Amazon me encuentro otro título suyo con
una portada completamente disuasoria. En todo caso, permaneceremos atentos a su
trayectoria.
__