Antonio Colinas, en Memorias
del estanque (deliciosa lectura, por cierto), habla del curso
1961-62 en el colegio Luis de Góngora, de Córdoba.
Fue una educación prodigiosa: para
empezar, despertarnos a las seis y media de la mañana y acostarnos
en el internado escuchando música clásica; así que, en tres cursos
sucesivos, nos entregaron básicamente la historia de la gran música;
mis profesores, que me dieron a leer, en aquellos tiempos (¡en 1961,
a los quince años!) a Alberti, a Neruda, a León Felipe, a Blas de
Otero, a los poetas cordobeses del grupo Cántico. Y, por supuesto, a
Antonio Machado y a Juan Ramón, que fueron los que más me turbaron.