En realidad lo que me he leído es la colección de cuentos de
Alianza Editorial, dentro de la cual se incluyen los que Baroja publicó
bajo el título de Vidas sombrías. Pero no hay indicación de cuáles son
esos en concreto. Creo que de todos ellos voy a recordar sobre todo La dama
de Urtubi, ese relato gótico sobre la noche de Walpurgis, al mismo tiempo
tan realista y arraigado en la tierra del escritor: consigue darnos una imagen
muy pegada a la tierra del fenómeno de la brujería, como explosión vital de instintos
que se reprimen durante la vida normal en sociedad.
Por lo demás, los tonos son variados: costumbristas,
líricos, fantásticos, simbólicos, a veces combinados. La compasión hacia los descartados,
como diría el papa Francisco, se hace notar también aquí y allá, como en
sus novelas: Hogar triste es el ejemplo más típico, y toma caracteres de
profecía revolucionaria, algo tosca, en Nihil. Tenemos también alguno de
esos personajes individualistas, anárquicos, al estilo del Tellagorri de Zalacaín,
tan del gusto de Baroja; y otros pintorescos, como Lecochandegui o
Elizabide el vagabundo, semejantes a tantos que pululan por aquella novela. Por
cierto que la lengua vasca suena siempre en Baroja a un vitalismo felizmente
lejano de las chabacanerías políticas a que la han condenado en las últimas décadas;
y no es uno de los menores encantos de las narraciones barojianas.
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