Hugh McLeod analiza el decrecer de la práctica
religiosa en el anglicanismo tras los años de la posguerra y lo relaciona con
"los temas típicos del Cristianismo de los años 60", entre los cuales
se hallan
... una visión crítica de la Iglesia (y de las instituciones
en general); la insistencia en que la mejor práctica del Cristianismo se
encontraba muchas veces fuera de la Iglesia; el rechazo del código moral
legalista a favor de una ética de situación; la afirmación de que el verdadero
lugar de los cristianos está entre los marginados, y la consecuente suspicacia
ante cualquier clase de respetabilidad o de estatus reconocido; y el rechazo
del dogma.
El párrafo es de su obra The religious crisis of the 1960s, y citado
por Mary Eberstadt en Cómo el mundo occidental perdió realmente a Dios;
la cual continúa:
En términos prácticos, estos cambios fueron calando,
dando forma a nuevos énfasis, parecidos a los que emergían en los Estados
Unidos; entre ellos, el estudiado abandono de imágenes tradicionales como la de
Cristo Rey, la preferencia por la obra social por encima del ministerio
tradicional, el uso de guitarras y otras músicas innovadoras en lugar de la tradicional,
la aparición de libros de súper ventas que interpretan la ortodoxia religiosa y
que argumentan que los marginados están más cerca de Dios que los creyentes
tradicionales, y otros indicios de la ascendencia de un espíritu progresista en
el Cristianismo protestante.
En el Cristianismo protestante también, nos vemos
llevados a añadir. Todo esto nos suena, desde luego, aunque en el caso de la
Iglesia católica tal tendencia fue contrarrestada a tiempo por unos papas
excepcionales.
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