En todos estos años de oficio he observado que los hijos de los profesores suelen estar entre los alumnos más brillantes de la clase. Inger Enkvist también se ha dado cuenta y aventura una tesis.
Da que pensar que muchos profesores consigan dar
una esmerada educación a sus propios hijos. Los profesores atesoran capital
cultural y saben muy bien cómo formar a un joven. Sin embargo, la política
educativa no les permite organizar la enseñanza de manera óptima y, por eso,
canalizan su amor por los conocimientos y por la educación en sus propios
hijos.
Pues tal vez.
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