15 enero 2011

Nocturnos


Ishiguro ha conseguido recrear en estos cuentos la atmósfera de esas piezas de cool jazz en que son especialistas sus personajes. Una atmósfera de melancolía, propicia a las confidencias, y a la vez salpicada por esa frivolidad en el terreno familiar y afectivo que es el contexto de las letras de tales canciones. Aquí se habla de tomar y dejar maridos y esposas como si se tratara de mascotas, o con más ligereza aún, ya que abandonar mascotas está muy mal visto, como bien sabemos. Sin embargo, tal frivolidad está contemplada con ojos críticos, satíricos incluso, al menos en el caso de los dos primeros relatos, el del cantante que ha de dejar a su mujer, aunque la quiere, porque no está bien que una estrella que va a relanzarse continúe ligado a la misma mujer; y el del matrimonio que llama al amigo para que haga el papel de muñeco de pim-pam-pum frente al cual puedan robustecer su autoestima y salvar así lo suyo, supuestamente en peligro. Una vez más vemos al Ishiguro crítico con los contravalores de nuestro mundo y a la vez lleno de compasión por el creador y la víctima de esos contravalores, el propio ser humano, que se revela en sus facetas justamente más humanas en estos momentos con fondo de jazz.

Nota redactada en noviembre del 2010

Otra obra de Kazuo Ishiguro comentada aquí: Nunca me abandones

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