12 febrero 2010

Eloísa está debajo de un almendro


Un prólogo y dos actos componen esta comedia. El prólogo no puede ser más motivador: una serie de diálogos de besugos, en un cine, con el hilo conductor de una bella misteriosa. En el primer acto entramos ya, del todo, en el reino del disparate: una especie de elogio de la locura donde, sin embargo, ya se intuye (Jardiel nos deja intuir) quién es el auténtico loco y quiénes han escogido la locura como evasión. Una diferencia que anticipa lo que será el segundo acto, donde irrumpen la lógica y la razón, esas que tanto le disgustaban a Jardiel; aunque lo hacen en medio de un diálogo que continúa salpicado de disparates.

Elogio de la locura, sí, disfrazado de comedia policíaca. Eso es Eloísa... Sus personajes son unos románticos, unos románticos peculiares que han sustituido el sentimiento trágico por el sentimiento disparatado de la vida. Son locos a conciencia, en parte como mecanismo de defensa, claro, pues los miedos permanecen hasta ese desenlace tan superficial y taquillero como bien urdido por parte del autor.

Nota redactada en noviembre del 2009

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