16 septiembre 2008

Lo eterno sin disimulo


Este volumen constituye una recopilación de escritos, entre ellos algunas cartas que C. S. Lewis cruzó con diversos oponentes. Pero son esas cartas lo menos atractivo, aunque sirvan para confirmar las dotes de polemista de nuestro autor. Lo que más destaca es, creo, el artículo "Por qué no soy pacifista", inicialmente una conferencia. El razonamiento es de un rigor intachable, y también los ejemplos traídos de la Escritura. El tema es actual, porque el pacifismo ha venido a sembrar confusión ente los cristianos, sobre todo desde que en las parroquias se cultiva un humanismo almibarado con grandes apelaciones a la fraternidad y a la solidaridad, pero sin un sólido fundamento doctrinal. Si de la filosofía de Aristóteles pudo decirse que era "el sentido común codificado", algo similar puede decirse ante la apologética de C. S. Lewis: el sentido común razonado, en este caso.


Si no sabes traducir tus argumentos al lenguaje de la gente corriente, viene a decir Lewis, es que no tienes muy claras tus propias ideas. Es lo mismo que decía Pedro Salinas acerca de las dificultades de expresar cualquier cosa: lo dicho oscuramente es lo pensado oscuramente. Y, para facilitar la tarea, Lewis nos ofrece, en otro de los momentos más interesantes del libro, un breve elenco de voces que han cambiado de significado en la mente del ciudadano común. La mayoría de los ejemplos valen también para un español del 2001.


Nota redactada en julio del 2001.

__