26 septiembre 2008

Ideologías


Al comienzo de Alemania, año cero, Roberto Rossellini dice algo así como: “Cuando las ideologías se alejan de la moral y la piedad cristiana, resultan destructivas y contaminan incluso a la infancia…” La parrafada sigue y de alguna manera te pisa la película, explicándotela. Es una tentación en la que es fácil caer, tanto por parte de cineastas como de literatos. Supongo que es explicable cuando la tragedia está aún reciente, como es el caso de esta cinta de 1947. Y la verdad es que, al terminar la película, corrí a buscar de nuevo la cita, como si fuese una moraleja (que lo es).

Me llamó la atención que Rossellini atribuyera a la ideología (o sea, al nacionalsocialismo) la ruina de Alemania, lo que podría hacer las delicias de Bush. Pero lo esencial de esta película es la destrucción, no de Alemania, sino del niño Edmund, cuya desesperación final es inducida, y uno se teme que no sólo por su depravado maestro, sino por una ideología de radio más amplio que el propio nacionalsocialismo, sólo una anécdota al fin y al cabo. Para que sobrevivan los fuertes hay que sacrificar a los débiles… Llámese a éstos no nacidos o ancianos y veremos hasta qué punto Hitler ha triunfado, por encima del sacrificio de su bonito reich.

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