Emilio no tiene más que conocimientos naturales y puramente físicos. No sabe el nombre de la historia ni lo que es la metafísica o la moral. Conoce las relaciones esenciales del hombre con las cosas pero nada de las relaciones morales del hombre don el hombre. Apenas sabe generalizar ideas, o hacer abstracciones. Ve cualidades comunes en ciertos cuerpos sin razonar sobre esas cualidades en sí mismas. […] No busca en absoluto conocer las cosas por su naturaleza sino solamente por las relaciones que le interesan. No aprecia lo que le es extraño más que en relación con él. […] Se considera sin tener en cuenta a los otros y encuentra bueno que los otros no piensen nada de él. No exige nada de nadie y no cree deber nada a nadie. Está solo en la sociedad humana; solo cuenta con él mismo.
Rousseau, Emilio, libro III. Citado por Xavier Bellamy, Los desheredados, p. 43
El retrato del joven de nuestro tiempo es perfecto. Solo falla un detalle: “No exige nada de nadie”. El bípedo sin rabo de hoy lo exige todo… para él.
