09 noviembre 2019

Los desheredados


Celebro cada título que aparece contra el disparate educativo como un nuevo latido que atestigua que Europa no está muerta del todo. Celebro también que este François-Xavier Bellamy sea un tipo joven al que aún le quedan muchas cosas que decir. Este intenso volumen de 170 páginas se compone de dos partes, la primera de las cuales se dedica a las “tres sacudidas” que han provocado el actual seísmo en la educación, tres sacudidas llamadas Descartes, Rousseau y Bourdieu. En la segunda aboga por “refundar la transmisión”, se entiende de conocimientos, dando la vuelta al delirante postulado educativo que se funda justamente en rechazar los contenidos para centrarse en el “enseñar a aprender” y otras lindezas.

Nuestra sociedad es contradictoria cuando denuncia la transmisión [de conocimientos] al mismo tiempo que se inquieta al ver resurgir la barbarie, Frente al resultado de su propia deconstrucción está tan sorprendida como lo estuvo todo el París rousseauniano al descubrir al pequeño Víctor [el niño salvaje]. Como los curiosos, decepcionados frente al niño del Aveyron, a menudo miramos con amargura y cólera los defectos demasiado visibles de las generaciones presentes y buscamos un vicio al que atribuir la violencia que vemos por doquier. Pero, ¿qué podíamos esperar? ¿Pensábamos que desacreditar a todas las autoridades nos conduciría a la libertad o que el olvido de nuestra historia haría de nuestros niños unos hombres nuevos? ¿Pensábamos que quitarles el lastre de la cultura los volvería más naturales? Hemos deconstruido la transmisión pero sin compartir la lúcida coherencia de Rousseau. El pedagogo del Emilio sabía en qué se convertiría su alumno una vez privado de la cultura: “un salvaje hecho para habitar en las ciudades”.

Barcelona, otoño del 19.
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