Es un drama histórico-biográfico escrito en verso (y en muy
buen verso, todo hay que decirlo) que nos muestra al regente de Castilla en
tres momentos de su vida. En el primer acto lo vemos resistiéndose al
nombramiento de cardenal primado de Toledo (y por tanto canciller mayor del
reino) por parte de la reina Isabel. En el segundo aparece ya revestido de su
autoridad, enfrentado a los nobles levantiscos y a las pretensiones de algunos
de doblar su brazo para obtener prebendas. En el tercero (pues son tres, al
estilo del Siglo de Oro), ya viejo y cansado, prepara viaje para encontrarse
con Carlos I pero muere antes de partir, no sin antes mediar ante el nuevo rey
a favor de un criado que ha matado a un noble flamenco en defensa de su honor:
puro siglo XVII, también.
Es clara la intención de Pemán de exaltar las virtudes de su personaje, sobre todo su
sentido de la justicia pero también su humildad de fraile franciscano. Y de
hacerlo enlazando con los temas y las formas del teatro barroco. Como digo, su
verso no desmerece de los clásicos, con parrafadas de esas que se pueden
enmarcar y clavar en la pared del despacho.
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