27 julio 2024

Algunos caracteres de la cultura española

Lo que sabía de Karl Vossler antes de leer este libro es que fue un lingüista perteneciente a la escuela idealista, lo cual al parecer se manifestaba, entre otras cosas, en establecer conexiones de causa-efecto entre los fenómenos lingüísticos y las mentalidades colectivas; cosa que, según se refería a ello mi profesora, debía de estar mal visto por aquellos años de mis estudios, tan dominados por el estructuralismo. Por ejemplo, lo de la preposición a delante del objeto directo de persona (y a veces de cosa). Vossler se refiere a esto en uno de los estudios recogidos en este volumen, aunque una cabeza tan cerrada para lo alemán como la mía no haya acertado a entender cuál es la razón aducida para la dichosa preposición.

Esta cabeza tan cerrada para lo alemán (o para las traducciones del alemán) sería incapaz de resumir ninguno de los cuatro estudios que componen este volumen, de modo que pudiese enunciar (me quedo con las ganas) esos caracteres de la cultura española a que se refiere en el título. Vagamente deduzco que, para Vossler, en la literatura española (reflejo, por supuesto, al menos tanto como la lengua, de la mentalidad colectiva) el famoso realismo se hace compatible con lo sobrenatural y lo sobrenatural con lo democrático, de modo que tan llanamente conviven con lo santo y lo divino el noble como el villano. Vossler sirvió también de fuente para Alfonso García-Valdecasas en su famoso estudio sobre El hidalgo y el honor, aunque fuese para matizar y discutir tal concepto, al del honor me refiero.

Lo más positivo que me ha dado este libro es el interés por la Dorotea de Lope, a la que aún no he hincado el diente, y que el autor considera lo mejor del Fénix. También me ha dado oportunidad para buscar en la Virtual Cervantes algunos títulos del teatro clásico y descubrir que muchos de ellos ya han sido editados en epub por dicho portal.

¿Le daría una segunda pasada, a ver si acabo de comprenderlo bien? Tal vez.

(Por cierto, aquí Enrique García-Máiquez lleva a cabo ese buen resumen que yo no he acertado a hacer)

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24 julio 2024

Genaro

De lo efímeras que son las famas literarias da fe, por ejemplo, el Albères. El Albères es un volumen sobre la literatura europea en los dos primeros tercios del siglo XX, muy puesta en sintonía con los acontecimientos históricos. Cita bastantes españoles para ser un francés, pero de vez en cuando me sorprende con un nombre totalmente ignoto. Por ejemplo, hablando del período 1930-42, dice que tardaron en aparecer novelas españolas con el tema de la guerra civil (¿?) y cita dos excepciones: una de Ricardo Fernández de la Reguera y otra de… ¡Martínez Pagán! (ni siquiera menciona el nombre), titulada Genaro. Es curioso, porque en mi casa solíamos decir “me llamo Genaro” cuando jugando a las cartas no acompañaba la suerte. Que se titulaba Genaro es lo único que he podido averiguar de esa novela y de ese autor. La única edición de que sabe Iberlibro es francesa. El Pedraza está igual: “… de otros muchos [novelistas exiliados] no nos han llegado más datos que algún título. Es el caso de […] Martínez Pagán [sigue el nombre en el misterio] con Jenaro [sic]…

No creo que le dé más vueltas. La mayoría de estos olvidados están bien olvidados.



22 julio 2024

La España negra

Leo en Vossler que “un decreto del rey de Castilla de 1380 prohibió, con una pena de tres mil maravedíes, que se llamara tornadizos y marranos a los recién convertidos”.

Es un dato.



21 julio 2024

Prestación social sustitutoria

 

…es injusto que las mujeres buenas padezcan las cargas y los riesgos de la maternidad mientras las egoístas gozan de las ventajas que les confiere su esterilidad voluntaria. Por esto convendría que se les impusiera a éstas por lo menos algún servicio social tan incómodo y útil como el que se niegan a realizar.

La maternidad como milicia, je. No está mal traído. Al fin y al cabo, como estamos viendo, la renuncia a tener hijos corre paralela a la renuncia a defender a la patria. Y

en la lucha entre sociedades o clases sociales religiosas y heroicas, con sociedades tan racionalistas y calculadoras que sus miembros no puedan decidirse ni a defenderlas con las armas ni a perpetuarlas con la maternidad, no cabe duda de que las últimas tendrán que sucumbir.

(Ambas perlas de la incorrección política en Ramiro de Maeztu, La crisis del humanismo, capítulo “Muerte y resurrección”)



19 julio 2024

La crisis del humanismo

Maeztu hizo un poco el Spengler cuando tituló en español esta obra. En inglés era Libertad, autoridad y función a la luz de la guerra, pero La crisis del humanismo es mucho más comercial, claro, igual que es más comercial La decadencia de Occidente que Ensayos de morfología de la historia universal, que se quedó en subtítulo. Bien, el hecho es que Maeztu parte, en efecto, del Renacimiento, lo que es decir del humanismo, para desarrollar sus teorías. El hombre del Renacimiento hizo, dice, muchas cosas buenas, sin duda, pero eso le llevó a pensar que si hacía cosas buenas era porque él era bueno. Obras buenas, hombre bueno, error fundacional de toda una época que aún arrastramos (aún es 1919, fecha de publicación de la obra). Esta idea llevó por un lado al individualismo liberal y por otro a las concepciones autoritarias del poder: la libertad como valor fundamental, según Stuart Mill, y la idolatría del Estado tal como aparece, entre otros, en Hegel. Y es el fundamento de los derechos del hombre, los de la Revolución, claro.

Hoy Maeztu resultaría sumamente impolítico, puesto que una de sus ideas fundamentales (desarrolla muchas en este tomo de tamaño medio) es que el hombre no tiene derechos más que en cuanto funcionario, es decir, en cuanto que ejerce una función dentro de la sociedad. Lo que uno tiene son deberes hacia esa sociedad. (No dejo de pensar en lo peligroso, aparte de impolítico, de esta postura, ya que nos quedaríamos, hoy, sin fundar el derecho a la vida del no nacido, por ejemplo; ya se ve que en aquellos años el aborto era algo cuya perversidad ni siquiera se discutía). El subjetivismo que está en la base de los derechos humanos habría de ceder paso a un objetivismo que prime a las cosas sobre los hombres: idea que así, al pronto, parece difícil de digerir, hasta que caes en la cuenta de que las cosas son los valores: verdad, belleza… (hace una breve lista pero no los recuerdo todos, salvo que incluye, sorprendentemente, el poder como valor). ¿Y la inteligencia y la voluntad humana han de subordinarse a esos valores, que son, en efecto, cosas? Sí, si caes en que la síntesis de todos esos valores es Dios. Max Scheler está ahí, quizá, aunque Maeztu no lo menciona nunca (es el prologuista, Pedro Carlos González Cuevas, quien señala el ascendiente de Scheler en el pensamiento de la época).

Hasta cierto punto, lo que defiende Maeztu es volver al modelo medieval, en concreto al sistema gremial, que contrarrestaría lo que él llama horrores del capitalismo. Curiosamente, y frente a la costumbre de unir lo romántico a lo medieval, Maeztu entiende el romanticismo como ligado a ese individualismo y ese autoritarismo que está repudiando, oponiendo a él un clasicismo cristiano. Esto, junto a algunos rasgos de su estilo, no deja de recordarme a José Antonio, que debió de conocer bastante bien la obra de don Ramiro.

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15 julio 2024

A ver si me acuerdo

de citar esta frase la próxima vez que tenga que dar una charla de formación a través de la lectura.

Las mías [lecturas] se confinan a periódicos, que me dan los hechos; a libros de ciencia y de historia, que me permiten entenderlos; y a clásicos, que me sugieren las medidas con que valorarlos.

Y más adelante:

Las grandes novelas, pero solo las grandes novelas, son purificadoras en el mismo sentido en que Aristóteles hablaba de la “katharsis” de la tragedia griega. El héroe de una gran novela no es el héroe que nos presenta el novelista, sino cada uno de sus lectores. A la antigua pregunta: “¿Qué es Hécuba para nosotros?”, los latinos contestaron: “De te fabula narratur” (de ti se habla en la fábula). Las grandes novelas son purificadoras porque en ellas se libera el ánimo de la ilusión de la felicidad individual.

(Ramiro de MaeztuLa crisis del humanismo, capítulo “El ideal de felicidad”)


 


 

10 julio 2024

Critica Ramiro

 de Maeztu1 el individualismo liberal y dice que

…es como querer fundar el matrimonio no en el sacramento, ni en el amor, ni en el hogar, ni en la futura familia, ni siquiera en obligaciones mutuas, sino sencillamente en el principio de profesarse respeto inviolable a la personalidad, de conservar cada uno de los cónyuges su vivienda particular, sus medios de fortuna, sus amigos aparte y sus costumbres de soltería, de no hacerse preguntas indiscretas, de no sentirse obligados el uno al otro y de no tener nada en común.

O sea, el ideal de pareja que se nos quiere inculcar en los años que corren. Y pensar que lo contaba como caricatura…

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1En La crisis del humanismo, capítulo “Libertad y organización”





08 julio 2024

Si la memoria no me falla

Encontramos a un Girón cuyos años “no están ya para burlarse con la otra vida” y quizá por eso resulta bastante suave en sus apreciaciones, sin juicios de valor ácidos, como quien recuerda con satisfacción las buenas obras realizadas y nada más. De hecho, estas memorias abarcan hasta la muerte de Franco y la entronización de Juan Carlos I, dejando aparte, como si no hubieran existido, los años de la democracia.

Le vemos como universitario en Valladolid, armando ya gresca con sus camaradas del grupo de Onésimo Redondo; como voluntario en el Alto de León, enardeciendo con el Cara al sol a los menos esforzados; de ministro de Trabajo durante quince años, en los que trató de llevar a cabo una igualdad efectiva entre los españoles con la creación de centros de formación para los trabajadores (universidades laborales y demás), en lo que él interpretaba que era la realización del ideario falangista (“yo no dejé ninguna revolución pendiente”); y siempre como consejero y hombre de confianza del Jefe del Estado, incluso en los tiempos en que el falangismo empezó a ir de capa caída. Lo que más destaca en estas memorias, es, de hecho, esa relación de fidelidad a Franco, ampliamente correspondida (siempre si hacemos caso a su testimonio), hasta el punto de hacerle el caudillo el honor del tuteo (cosa insólita en el personaje) en su último encuentro.

Girón escribe correctamente, incluso velando la típica retórica falangista que en malas manos resulta chirriante. No parece el halcón o el león que ten fiero solían pintar, pero, desde luego, no ha variado (no varió) un ápice sus convicciones. Para él, Franco y la Falange formaban un todo armónico al que dedicó todos sus esfuerzos. Si lamentó que ese todo se fuese disgregando, no percibimos aquí ya un tono de desgarro o de anatema sino de sereno estoicismo, tal vez al propio de quien tenía ya puesto el pie en el estribo.

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06 julio 2024

Termino el vistazo al último número

de Nueva revista, de la Universidad de la Rioja (UNIR: últimamente las universidades se han sumado a la invasión de las siglas). Dos profundos artículos sobre Jon Fosse, el último y católico premio Nobel de literatura. Artículos que solo se entienden cabalmente si te has leído bien al autor, caso que no es el mío, con lo cual los despacho rápidamente. Hay también un fragmento de una de sus obras teatrales.

Hay un apartado sobre el transhumanismo, tema estrella, en los últimos años, de las publicaciones digamos amigas. Y a mí que no me parece para tanto, a no ser que lo conectemos con el asunto homo y transexual, que es lo que realmente va a dejar hondas secuelas psicológicas en este suelo, el llamado Occidente digo, hoy realmente occidens, condenado salvo milagro a ser una gran casa de orates, que se decía en mi casa. Se trata de un solo artículo, del que paso.

Creo que al tal Michel Ignatieff no le habían dado aún el Princesa de Asturias cuando salió este

número. Aquí escribe sobre las rectoras de las universidades norteamericanas obligadas a dejar el cargo por comprometerse a favor de Palestina cediendo a las presiones de los grupos izquierdistas. De su artículo resalto dos frases, las destacadas por el propio editor de la revista (costumbre que no me gusta, por cierto: resaltar es interpretar, y es como si hubiese dos autores del artículo en vez de uno):

Es cierto que en los campus de EE UU las modas izquierdistas absurdas no se acaban nunca. Pero estas instituciones son demasiado pluralistas, diversas y competitivas como para permitir que una sola ideología, especialmente una tan ridícula como la woke, se apodere de ellas.

La autoridad moral de una universidad reside en su devoción a la verdad, no en su capacidad como institución para respaldar posiciones moralistas.

Nuevo libro sobre el nacimiento del romanticismo en Alemania. Leo el Avance, porque ahora en NR no reproducen todos los artículos en su dedición en papel. Creo que se equivoca la señora autora del libro (Andrea Wulf) cuando habla de que tales artistas hicieron bandera del libre albedrío: por el contexto se deduce que por libre albedrío entiende más bien la libertad de conciencia. Por esto y por alguna otra cosilla, creo que no voy a interesarme en el libro.



04 julio 2024

La gran venganza

La gran venganza es una recopilación de artículos que fueron publicados en Libertad digital, pero responden a una tesis común: lo que padecemos en España a día de hoy es la venganza de los derrotados en la guerra civil de 1936-39, a cargo de sus herederos políticos. La cínicamente llamada Ley de memoria democrática no sería sino el instrumento más visible de esa venganza; una ley que viene a oficializar un relato sobre la guerra civil que favorece a las izquierdas y deja a las derechas como vergonzosas herederas de quienes se alzaron contra un régimen democrático e instauraron una dictadura.

Más cierto, sin embargo, es que, a la altura de 1936, quien no podía acreditar una filiación socialista o comunista tenía su vida y su propiedad entregada al arbitrio de las turbas. De hecho, el deseo de república fue tan fuerte en algunas cabezas políticas e intelectuales como rápido el desencanto de la república que realmente se instauró: empezando por Ortega y su temprano “no es esto, no es esto” y terminando por muchos que corrieron a esconderse bajo el capote de Franco cuando vieron los dientes a los hunos, que decía Unamuno (cómo poner peros, aunque los haya, a los hotros, dejó escrito Marañón, aunque sin la h, que es también de la paternidad del bilbaíno). A todos estos que, contra lo que sucede en la biología, empezó a desarrollárseles la vista en la madurez, dedica Laínz la parte más extensa del libro: Ortega1, Pérez de Ayala2 y Marañón3, “padres de la república”; Unamuno4, antimonárquico, anticlerical y antimilitarista; Alcalá-Zamora5, presidente del invento hasta que a Azaña le dio la gana; Lerroux6, “viejo tragacuras”, en expresión joseantoniana; Clara Campoamor7, activa militante de varios partidos de izquierda; Julio Camba7, ex anarquista condenado “por escarnio al dogma católico”;  Wenceslao Fernández Flórez8, admirador de los gobiernos de progreso del norte de Europa; Menéndez Pidal9, faro de eruditos liberales; catalanistas como Cambó10 y Gaziel11; Pío (“el impío”) Baroja12; Azorín13, admirador de Bakunin y Kropotkin; Pedro de Répide14, cantor de las glorias de la Rusia soviética, y muchos otros que nunca se definieron políticamente salieron por piernas del Madrid de la democracia y el progreso o expresaron de un modo u otro la necesidad apremiante de que los alzados ganaran la guerra para poder vivir en relativa paz y libertad.

La última parte del libro vaticina el último acto de esta gran venganza, que sería el derribo de la monarquía. Cosa que en sí no me importa demasiado (¡oh Letizia huésped de algún emir!), salvo porque sea la rúbrica de una España cubanizada o venezolanizada; o, peor aún (corruptio optimi pessima), percebelandizada.

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1La constitución republicana era “lamentable, sin pies ni cabeza ni el resto de materia orgánica que suele haber entre los pies y la cabeza”.

2 “El respeto y amor por la verdad moral me empujan a confesar que la República española ha constituido un fracaso trágico… Desde el comienzo del movimiento nacionalista, he asentido a él explícitamente y he profesado el general Franco mi adhesión, tan invariable como indefectible”.

3 “Si los rojos ganaran, yo no volvería, jamás, a España. Si los otros ganan, con sus defectos y todo, iré. Prefiero la Inquisición a la Inquisición + pedantería + mentira + hipocresía”.

4 “El gobierno de Madrid y todo lo que representa se ha vuelto loco, literalmente lunático. Esta lucha no es contra una república liberal, es una lucha por la civilización. Lo que representa Madrid no es socialismo, no es democracia, ni siquiera comunismo. Es la anarquía, con todos los atributos que esta palabra temible supone”.

5 “El gobierno no gobernaba. El desorden era dueño de campos y ciudades, allí realizando robos y usurpaciones, aquí saqueos, incendios e incautaciones, sin detenerse ni en Madrid mismo y sin que nadie intentara evitarlo”.

6 “El ejército no se sublevó: actuó en funciones de poder supletorio cuando todos los demás perdieron su eficacia y su legitimidad… A la hora presente nuestro ejército no solo defiende la independencia nacional, amenazada por hombres y doctrinas que niegan la patria, sino también el hogar, la familia, la propiedad, el honor de nuestras mujeres, la vida de nuestros hijos, la religión de nuestros padres, ¡hasta la tumba de nuestros mayores, que ha sido sacrílegamente profanada!”

7 “La anarquía que reinaba en la capital ante la impotencia del gobierno y la absoluta falta de seguridad personal, incluso para los liberales –o quizá sobre todo para ellos—me impusieron esa prudente medida [embarcar para Italia]”.

8 “Una mayoría parlamentaria en la que había hombres procesados por robo, histéricos, analfabetos, energúmenos, estorbaba cualquier discusión con el rápido gesto de sacar la pistola del bolsillo… Y la sangre corre bajo la complacida mirada de los ministros, de la policía, de los periódicos que trafican con las ideas de una muchedumbre inmensa de hombres envenenados de rencor”.

9 “Mentira. Yo no firmé ninguno [manifiesto de apoyo a la República]. Me firmaron sin consultarme, como era práctica entonces. Me firmaron porque no había libertad de prensa para protestar… ¿Qué luto debo guardar a la fenecida república? Yo no disfruté prebenda alguna de monarquías, dictaduras ni repúblicas”.

10 “Tiene que haber vencedores y vencidos, y todos debemos desear que venzan los militares a pesar de las molestias que nos puedan causar, pues con ellos, quizá contra su voluntad, se salvará Cataluña y se nos ofrecerán mil ocasiones para ir restaurando los estragos de este periodo de demagogia roja”.

11 “Lo que ocurre es, sencillamente, que aquí no se puede vivir, que no hay gobierno: las huelgas y los conflictos, y el malestar, y las pérdidas, y las mil y una pejigueras diarias, aun descontando los crímenes y los atentados, tienen mareados y aburridos a muchos ciudadanos. Y en esta situación, buscan instintivamente una salida, un alivio, y no encontrándolos en lo actual, llegan poco a poco a suspirar por un régimen donde por lo menos parezcan posibles.

12 “Yo creo que, si los militares son vencedores y tienen alguna discreción, la mayoría de los españoles podrá vivir medianamente. Quizá habrá conflictos obreros, no sé. Ahora, si los rojos ganaran, lo que me parece poco probable, y siguieran una política como hasta aquí, sería la vida caótica y sin sentido”.

13 “Franco, estratega eminente, se nos revela en la paz como un político consumado. La paz de Franco es, en suma, una obra maravillosa de fina política… Franco, como estadista, tiene una cualidad inapreciable: se adelanta, con previsión cauta, a los acontecimientos. Tengamos fe profunda en Franco”.

14 “Inolvidable momento aquel en que pisé suelo liberado [Tánger]. Al apearnos en la forzosa detención de aquella frontera, se enturbiaron mis ojos y sentí que se levantaba mi corazón como si quisiera alcanzar la bandera, nuestra bandera, la única, la cobijadora de nuestra cuna y la merecedora de nuestra vida. Adelanteme unos pasos y besé un puñado de tierra”.

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