En plena batalla del
Ebro, el cura castrense de un regimiento navarro que solía rezar un rosario al
anochecer, se encontró sorprendido con que la tropa le hacía una huelga de padrenuestros al llegar el momento de
orar por nuestros caídos. “¿Qué
pasa?”, preguntó. Y un barbudo navarro le contestó con voz varonil: “Que se diga por nuestros caídos y por
los de nuestros hermanos de enfrente”.
En Salvador de
Madariaga, España, citado por Rafael García Serrano, Diccionario para un macuto, s. v. requeté.