La señora [Mercedes] Ballesteros no respondía al tipo de la
feminista al uso. Bonita, delicada, con el dulce seseo de su Colombia natal […]
Trabajadora infatigable, ama de casa excelente y buena deportista, supo
armonizar su vocación por la historia, sus cuidados a sus hijos y marido, y su
afición al esquí.
En Mercedes Formica, Escucho el silencio, p. 48