Qué triste se me hace ver a Lorenzo
colgado de la tele, suspirando por una parcela y permitiéndose
escarceos extramatrimoniales. Pero a fin de cuentas lo que hace
Delibes no es más que crítica social, una vez más, como en
la oprobiosa, cuando la censura no le dejaba hacerlo en el
periódico. En los 90 tocaba criticar ese consumismo y ese
permisivismo que nos afligen. Solo que aquí Delibes hace
predominar el humor sobre los tonos oscuros de Las ratas o Los
santos inocentes, y la cosa termina a lo Paco Martínez Soria,
con el matrimonio reconciliado y los pecados aborrecidos, tras unos
lances de carcajeo con algo de intriga policíaca incluso. Divierte
también el español coloquial de Lorenzo, así como su relación
“profesional” con el poeta bujarrón, contribución de Delibes al
temita, aunque también en plan satírico. Obra menor, en definitiva,
que no hacía presagiar El hereje.
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