La cosa se desarrolla en la República Checa, aunque hay personajes de otras nacionalidades. Pavel se entera de la existencia de una asociación de amigos del desierto en la que se siente impelido a ingresar, y en el seno de este extraño grupo se topa con goces y reveses: los favores de las mujeres y el rechazo inicial de los dirigentes. Pronto descubrirá que esa comunión con el desierto que anda buscando habrá de realizarla en soledad. El desierto es ese lugar donde en cierto modo se hallan todos, pues su paisaje cambia continuamente (de hecho el libro incluye dibujos de las dunas) y de algún modo es el símbolo de uno mismo.
Se trata, efectivamente, del “relato de una vocación”, bastante
bien reflejado a través de las evoluciones del ánimo del protagonista:
comenzando por una curiosidad extraña, que de algún modo le toca en lo íntimo,
para continuar con una búsqueda entre entusiasmos y desengaños, hasta llegar al
encuentro final. Lo que no sabemos es la índole de esa vocación, que el autor
quiere dejar en la oscuridad, velada por el símbolo del desierto. Yo diría que
es algo más bien “new age”, como decimos hoy, pues el narrador se expresa
siempre como si se tratase de un cambio acaecido en sí mismo, un encuentro con
su propia verdad, con sentido inmanente y sin referencia a Dios, aunque tampoco
se excluye de modo explícito.
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