No lo he leído: lo he visto en una versión que hizo TVE en
1978, año en que todavía emitía teatro. Al fin y al cabo, el teatro es para
verlo, y las nuevas tecnologías te dan esta posibilidad.
Si lo que quería transmitir Beckett era hastío y
desesperación, conmigo lo ha conseguido. Afortunadamente, el ser humano no es
así. Alguien me explicó que la obra trata de una espera sin esperanza, y este
juego de palabras es posible en español, pero no en el original francés, donde
la espera es attendre y la esperanza es espèrer. Así que no sé si
fue esa la intención del autor. Estos personajes están más alienados que
desesperados, aunque al final intenten el suicidio. Bloqueados en la espera de
alguien que no se define (y que no es Dios, no solo porque el autor dijera que
no lo es, sino porque a Dios se le menciona como tal sin relación con Godot),
son insensibles ante la injusticia y la crueldad, representadas por el tipo que
pasa por allí llevando a otro atado a una cuerda y totalmente sometido a sus
caprichos. Su situación es patética, realmente, y pide del espectador un
aguante fenomenal. Menos mal que los dos actores son buenos. En otras manos
esto sería insoportable.