George Orwell habla de la columna de milicianos a la
que se ha unido.
Éramos unos mil hombres y una veintena de mujeres, aparte
de las esposas de milicianos que se encargaban de cocinar. Todavía quedaban
algunas milicianas, pero no muchas. En las primeras batallas pareció natural que
lucharan junto a los hombres; siempre sucede eso en tiempos de revolución. Pero
las ideas ya habían empezado a cambiar. A los milicianos les estaba prohibido
acercarse a la escuela de equitación mientras las mujeres se ejercitaban,
porque se reían y burlaban de ellas.
En Homenaje a Cataluña, capitulo 1.