Algún propagandista lanzó el eslogan y muchos mentecatos
inteligentes lo repiten: "Jesucristo fue el primer comunista". ¿Acaso
no estaba en contra de los ricos y hartos?
¿Acaso no alababa a los pobres y necesitados? ¿Acaso no
se rodeó de gentes sencillas, de proletarios? ¿Acaso no tronó contra los
sacerdotes profesionales, cuyo odio acabó por ocasionar su muerte? ¿Acaso no se
saltó la idea elitista del pueblo judío haciéndose amigo de los pobres de otros
pueblos? ¿Acaso no se preocupó siempre de la suerte de la gente sencilla? ¿No
vivió acaso con sus apóstoles en una comunidad puramente comunista?
"Resulta muy seductor", dije, cuando uno de
esos mentecatos inteligentes me expuso todo esto. "Permítame, sin embargo,
que añada todavía un par de preguntas. ¿Enseñó Cristo también que toda religión
es opio para el pueblo? ¿Que Dios es un invento de la burguesía y los
capitalistas para mantener en sus límites al proletariado? ¿Que lo único que
importa es la vida terrenal, porque es la única que existe? ¿Que la meta final
de la humanidad es el ordenamiento paradisíaco del Estado y que deberá comenzar
matando a los gobernantes actuales? ¿Que la moral es un invento de los
capitalistas para frenar al proletario? ¿Que solo importa una clase determinada
de hombres, los proletarios? ¿Que la vida del individuo no tiene ningún valor
frente a los intereses del Estado? ¿Acaso Jesucristo fue un precursor del
materialismo? ¿Consideraba que la oración era una estupidez y la visita al
templo un acto reaccionario? Y finalmente, ¿encomendó a sus discípulos la misión
de obligar a las personas a aceptar sus ideas por medio de la fuerza policial?
Y aquí he de añadir que precisamente Él era quien entre todos los ostentadores
de poder en el mundo habría tenido perfecto derecho a dar esa orden. Él era el
más poderoso porque era Dios. Sin embargo, Dios, el único totalitario
justificado, respeta el libre albedrío de los hombres. La frase "Jesucristo
fue el primer comunista" es una obra de arte de la hipocresía. Pero si
fuera cierto, habría que felicitar a sus dirigentes por su extraordinario
parecido con el "primer comunista": Marx por su amor al prójimo lleno
de bondad, Lenin por su humildad y caridad, y Stalin por su amor a la verdad y
su disposición a perdonar.
En Louis de Wohl,
Adán, Eva y el mono