Por lo que veo -pensaba- el amor es un bien que no puede existir en toda su plenitud. Tal vez los corazones que gozan de semejante bien son tímidos, se turban y se esconden, no quieren discutir con los listos que niegan su existencia. Tal vez se compadezcan de ellos; perdonan, en nombre de su felicidad, que pisoteen la flor que, por falta de terreno, puede echar profundas raíces y convertirse en un árbol capaz de cobijarles toda la vida.
Oblomov, en Oblomov, de Iván A. Goncharov
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