El título parece anunciar un libro polémico, pero no hay tal. Es cierto que el punto de vista es distante y levemente crítico, pero Juan Carlos Girauta consigue mantenerse en un notable nivel de objetividad. A lo mejor lo digo porque no me gusta el PSOE.
Hay una maldición en ese partido que hace que prevalezca siempre su facción más fanática. Hubo un momento, con Felipe González al frente, en que pareció que iba a asimilarse a los partidos socialdemócratas europeos, pero el golpe contra Rumasa no hizo sino augurar una vez más lo peor. Fue, con todo, un período más marcado por la corrupción que por el sectarismo. Este se acentuaría luego, como bien sabemos, con Zapatero en la presidencia.
Girauta utiliza una técnica peculiar que consiste en insertar biografías de los más relevantes líderes socialistas entre la historia propiamente dicha. Pablo Iglesias, por supuesto, es el primero, y Rosa Díez la última, pasando por los Largo, Prieto, Negrín, Besteiro... A Nicolás Redondo se le concede un lugar no desdeñable, así como a Rodolfo Llopis, el último líder prefelipista. La revolución del 34 es calificada con toda propiedad como golpe de estado. No así el 13 de marzo de 2004, que se queda en infamia y "la más feroz campaña de desestabilización política de nuestra historia reciente". Por eso digo lo de la objetividad. Afirmar que el cerco de las sedes del PP y la violación de la jornada de reflexión no eran sino la segunda parte del 11-M sería excesivo para un hombre tan moderado como Girauta...
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