21 enero 2012

No cabe esperar,


en la situación europea de finales del siglo XX, actitudes decididas de los poderes públicos en apoyo de la indisolubilidad del matrimonio, del derecho a la vida, o en contra de la degradación de la sexualidad en pornoincultura. La alimentación del circuito ha de ser tarea privada de cientos de miles de familias. Esta tarea privada tiene, como se señaló al principio del capítulo, una indudable trascendencia pública.

Lo que no sospechaba Rafael Gómez Pérez en 1983 (El desafío cultural) es que pronto habría que poner en segundo lugar la indisolubilidad del matrimonio para dar prioridad a la defensa del matrimonio mismo. Y, aunque lo que dice es cierto, no está de más la presión sobre el poder político. Creo que eso es parte de lo que llaman democracia.

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