19 julio 2011

Don Olegario, en horas altas


La vida y la profesión pueden reclamar en ciertos momentos históricos un arriesgo [sic] que nos cueste todo. Hay que dar batallas de las que no se está seguro que se van a ganar; más aún, batallas que uno teme que se van a perder. Pero lo que nunca se puede perder son [sic] la justicia y la dignidad, el honor y la honra. En uno de esos momentos álgidos dice Don Quijote: "Bien podrán los encantadores quitarme la ventura; pero el esfuerzo y el ánimo será imposible" (II, 17). Una cosa es el precio de las cosas inmediatas y otra el honor de la persona. Hay enclaves y encrucijadas de la vida a las que solo se puede responder con el heroísmo, ya que de lo contrario sobrevendría la degradación. Quien ante un naufragio no ayuda a su prójimo y permanece sentado en la orilla, mantiene su existencia física, pero ha perdido su vida. Los días restantes de su existencia estarán ahuecados por el remordimiento ante tan mortal cobardía, por haber fallado en algo esencial: salvar al prójimo.

Olegario González de Cardedal, Educación y educadores


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