23 febrero 2007

Esa falsa ley de estética social

Ángel Guerra, recién converso desde su anarquismo inicial, se enfrenta a Dulcenombre, que le dice que "el amor humano y la devoción de veras no hacen buenas migas. En una mujer todo eso es natural y hasta bonito; pero ¡en un hombre!..., quita allá..."

Yo me alegro mucho, y nada tengo que oponer a eso de que la piedad ardiente desilusiona del amor mundano. Bien podrá ser. Hay casos..., me parece a mí..., en que tal vez suceda lo contrario. Cada cual ve estas cosas a su manera. Lo que yo deduzco claramente de lo que acabas de decirme, es que hay cierta incompatibilidad entre el cumplimiento exacto, a la letra, de nuestras obligaciones religiosas y el actual convencionalismo de las opiniones humanas. Y siendo obra imposible el poner de acuerdo una cosa con otra, lo mejor es decidirse por la verdad, desdeñando esa falsa ley de estética social que ha establecido la ridiculez del seglar piadoso; lo mejor, digo, es seguir el camino de Dios, sin mirar hacia atrás para ver quién se ríe y quién no se ríe, ni hacer caso del vano juicio de mujeres.

Benito Pérez Galdós, Ángel Guerra


Cuánta tela que cortar, ¿no? En todo caso, esa falsa ley sigue aún lastrando a nuestros hombres, singularmente a los jóvenes, tal como apuntábamos ayer.

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