31 marzo 2023

Cuando los dioses nacían en Extremadura

Rafael García Serrano publica Cuando los dioses nacían en Extremadura en 1949, y no creo que por aquella época hubiera muchos otros ejemplos de obras similares, puesto que no sé si llamarla reportaje novelado, crónica novelada o novela acronicada… Falta, para ser pura novela, una trama privada; reportaje no sé si puede ser sin acompañamiento de documentación, por más que las palabras de Bernal Díaz salpiquen el relato; crónica quizá, como las de este, pero sin haber sido testigo de los hechos... En fin, es una obra bastante original, que quizá cabría dentro de lo que se llamó después el nuevo periodismo, aunque con una historia sucedida hace cuatro siglos.

Otra peculiaridad es que García Serrano nos supone ya documentados sobre la conquista de México, puesto que se permite abundantes elipsis, de modo que, si te falta esa documentación, por momentos te pierdes en las evoluciones de Cortés y sus muchachos. No es novela, dije, pero sí que hay mucha invención, sobre todo en lo que se refiere al modo de sentir de los soldados, sobre los que el autor proyecta su propio entusiasmo por la guerra y su desprecio por todas las penalidades que esta trae consigo. García Serrano es el antivictimista por esencia. No pasa nada, y si pasa qué importa. Ni que decir tiene que este retrato forzosamente ha de ser cercano a la realidad, pues de otro modo no se entiende semejante empresa como la de la conquista.

Este ardor guerrero le lleva al narrador a justificar absolutamente todo de los españoles, hasta las tintas más negras. Hubo una matanza en Cholula, ¿y qué? Los guerreros necesitan estas cosas de vez en cuando. Son unos donjuanes impenitentes…, ¿qué van a hacer, si son españoles?, y así. También asume las leyendas, como la quema de las naves, y si no fue así, peor para la realidad. Eran dioses, no solo para los indígenas, también para el cronista.

Y este híbrido de reportaje, novela y crónica, ¿funciona? No estoy seguro. Creo que el estilo de García Serrano, recio y florido a la vez, va mejor en una pura novela como Plaza del Castillo o en un artículo de los suyos que aquí. Pero quizá la lectura se hubiera hecho más grata con un tipo de letra más grande que el que se gasta la edición australiana. Una pena no haber tenido a mano la mucho más bonita de Homo Legens, hoy vendida a precio de oro.

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28 marzo 2023

A moro muerto

 Titular de El Confidencial:

“La española que pudo ser Marie Curie si el franquismo no lo hubiera impedido”

Para empezar, uno se pregunta cómo se puede ser Marie Curie después de Marie Curie. Bueno. Se refieren a Piedad de la Cierva (1913-2007), a la que supuestamente se le negó una cátedra por ser mujer.

El hecho es que, si hubiera vivido en Inglaterra, en Cambridge ni siquiera habría podido acceder al título (se matriculó en Murcia en 1928, “gracias a la dictadura de Primo de Rivera”, según la lógica de El Confidencial, aunque ya desde 1910, por real decreto, las mujeres tenían libre acceso a la Universidad en España), ya que tal cosa no fue posible hasta 1947, y si se descuida tampoco en Oxford (pleno acceso a la mujer: 1920). Así que, sustituyendo términos equivalentes, se habría podido decir: “La mujer que pudo ser Marie Curie si la monarquía parlamentaria no lo hubiera impedido”.

Con algunos, todos los sinónimos de idiota que posee el español no bastan para calificarlos.



27 marzo 2023

De corazón y alma

Es un epistolario entre Carmen Laforet y Elena Fortún que abarca de 1947 a 1952. Ambas simpatizaron en seguida, al parecer, y aunque en la primera carta Elena aún llama a Carmen de usted, pronto aparece el tú. Hay de convencional todo lo que uno quiera, como los cumplidos: tú, la primera escritora española, tú, mi maestra y casi mi hermana, etc., pero no cabe duda de que el afecto que se profesaban era auténtico. La descarga de glucosa imagino que era normal en el trato entre dos amigas de la época, aunque hoy llegue a resultar empalagoso, sobre todo por parte de Laforet: queridísima, pienso en ti todos los días, te quiero muchísimo, etc. Hombre, Elena Fortún lo necesitaba, porque la mayor parte de este tiempo transcurre durante la enfermedad que la llevó a la muerte y que fue terrible (al parecer un cáncer de pulmón, aunque no se lo dijeron): ponen los pelos de punta sus detalles sobre los dolores que le causaba.

Hablan sobre sus familias y sus amistades (Carmen Conde está especialmente presente), como es natural, pero nos interesan más, por supuesto, las noticias sobre los libros que leen y escriben. Resulta interesante, sobre todo, el despego con que habla Carmen de su segunda novela, La isla y los demonios, que tiene en proceso de escritura durante estos años. Escribe, dice, casi por necesidad, pero no la convence nada el resultado. Curiosamente, la crítica estuvo de acuerdo. Yo no puedo decir nada porque aún no la he leído. Con estos antecedentes, apetece poco, sobre todo teniendo en cuenta que es más bien voluminosa.

La fe cristiana las sostiene a ambas, a Elena en su enfermedad y a Carmen en su inseguridad palpable. Aunque no le gustan los libros místicos y prefiere la sublimidad del Evangelio, Carmen nos da noticia también de algunos libros de autores cristianos que sí le dicen algo, como La destinación del hombre de Berdiaev. Además, en estas fechas sucede ese deslumbramiento paulino del que da fe, en parte, en La mujer nueva, y que aquí relata en primera persona:

Dios me ha cogido por los cabellos y me ha sumergido en su misma Esencia. Ya no es que no haya dificultad para creer, para entender lo inexpresable… Es que no se puede no creer en ello.

[…]

La Virgen y los santos y los dogmas todos de la Iglesia se acercan a uno, están dentro de uno. No puedo desear otra cosa en la vida que el que los que yo quiero tengan esta sensación infinita… y todos, todos los hombres, Elena. ¡Si la pudieran tener!

Fue la deportista Lilí Álvarez, según manifiesta la propia Laforet, quien tuvo que ver en ese acercamiento a la fe, previo al golpe de gracia. Interesante personaje, del que sería bueno saber más. A ver si un Juan Manuel de Prada o algún otro, en vez de torrarnos con gimnastas lesbianas, nos ofrecen algún acercamiento biográfico a esta figura.

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23 marzo 2023

Los desorientados

Adam recibe una llamada: su “antiguo amigo” Mouraz está a punto de morir y quiere verle, presumiblemente para hacer las paces. Pero Adam llega tarde y cuando aterriza en su país natal su amigo ha muerto. Hay que decir que ese país natal es, evidentemente, el Líbano, aunque el autor nunca lo cita ¿por un extraño pudor?, y que Adam vive emigrado en París. Amin Maalouf maneja sabiamente la narración y mediante conversaciones y apuntes del propio Adam nos vamos haciendo cargo de los datos de la historia. Érase un grupo de amigos que vivieron la guerra del Líbano desde su posición más o menos izquierdista, propia de la edad juvenil, y que, como cabía esperar, siguieron trayectorias diversas en lo profesional, en lo personal y en lo ideológico: un empresario de éxito, un monje cristiano, un islamista radical, un homosexual superviviente de su tedium vitae, la “liberada” propietaria de un hotel donde se alojará Adam... La muerte de Mouraz es ocasión para que a Adam se le ocurra convocar una reunión de los viejos amigos. Esta tendrá lugar con más facilidad de lo que Adam pesaba [destripe] aunque se verá frustrada por un absurdo accidente, de difícil explicación en el conjunto de la novela, aunque quizá venga a ser una cifra de lo absurdo de toda existencia, tal como la viven estos “desorientados”… [fin del destripe]

El título es interpretativo, por supuesto, aunque a mí no se me habría ocurrido ese adjetivo (desorientados) para el conjunto de los personajes; al menos no se les ve más desorientados que cualquier otro bípedo de nuestra época. Tal vez hay en todos ellos una cierta búsqueda, y un intento de asidero a un ideal que puede ser religioso en algún caso, económico en otro o, en el caso de Adam, ético, ya que la causa de su ruptura con Mouraz es que este se había dejado llevar por la corrupción ambiente para ascender en sus aspiraciones políticas. En todo caso, la novela aspira a ser una panorámica del Líbano de las últimas décadas, con mucho, quizá (no sé casi nada del autor) de autobiografía. Adolfo Torrecilla realiza en su blog un buen acercamiento a la novela.

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20 marzo 2023

La libertad, ¿para qué? (y IV)

La última conferencia, “Nuestros amigos los santos”, resulta tan anticipadora como las anteriores. Se refiere Bernanos a la cuestión del sufrimiento y dice que la inteligencia es más cruel que la naturaleza, pues “no tendrá piedad, no solo de los elementos sospechosos de producir menos de lo que consumen, sino también de todo el que no piense de acuerdo con la monstruosa conciencia colectiva…” Se cuida de aclarar que se refiere a “esa forma degradada de la inteligencia que se llama la técnica”, y una técnica, podríamos añadir, manejada por los que han expulsado a Dios como fundamento. Estos, continúa el autor, lo que hacen es rechazar el sufrimiento que no causan ellos en su afán de rediseñar el mundo.

¿Cuántos otros no buscan en su rebelión contra el sufrimiento sino una justificación más o menos disimulada de su indiferencia y de su egoísmo para con los que sufren [piénsese, de nuevo, en la eutanasia]? ¿Cómo se explica, si no, que precisamente los hombres que aceptan con más humildad, sin comprenderlo, ese escándalo permanente del sufrimiento y de la miseria, sean casi siempre los que se entregan con mayor dedicación y ternura a los miserables y a los que sufren…?

Los santos se enfrentan al misterio del dolor con todos los resortes de su alma, no solo con la inteligencia. Son capaces de oír a Dios que les dice:

“Perdóname. Un día tú sabrás, comprenderás, me darás gracias. Pero ahora lo que espero de ti es tu perdón. Perdóname.”

(Aquí Bernanos se muestra en extremo audaz, pasando del Dios que perdona, ya de por sí sublime, a un Dios que pide perdón. No sabríamos qué tendría que decir la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero en todo caso entra dentro de la lógica del amor de Dios, que rompe todo límite: una vez más, “el amor tiene esas cosas”)

Estos santos son la Iglesia invisible formada por los que auténticamente están en comunión con Cristo. Pero para nada esta Iglesia invisible se opone, ni quiere ella estar al margen, de la Iglesia visible, aquella que a veces nos da tantos pesares. De hecho, es curioso que

…los más cualificados para escandalizarse de los defectos, de las deformaciones o hasta de las deformidades de la Iglesia –quiero decir los santos– sean precisamente los que jamás se lamentan.

Cuanto más lejos nos hallamos de la santidad, tanto más incapaces somos de ver más allá de los defectos. El santo no es un superhombre, sino aquel que trata de acercarse lo más posible al perfecto hombre, es decir, Jesucristo. Y no es casual, supongo, que los editores hayan reservado esta conferencia para el final. Después de tantas advertencias sobre los nubarrones totalitarios, se ofrece la solución.

Los moralistas consideran a menudo la santidad como un lujo. Pues bien, es una necesidad […] La hora de los santos es siempre.

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16 marzo 2023

La libertad, ¿para qué? (III)

En la tercera conferencia, “El espíritu europeo y el mundo de las máquinas”, Bernanos sigue advirtiendo de la amenaza totalitaria.

Cuando los impostores hablan de liberar a la masa, mienten. No basta con escribir que la esclavizan, la prostituyen. La prostituyen con sus fanáticos y a estos mismos fanáticos se han guardado bien de darles una creencia, pero sí algunas ideas simples, elementales, tan violentas como imágenes sexuales.

Empezando por la mujer, claro (escribo esto a poco de las deleznables parrandas del 8 de marzo), que es como hay que empezar si quieres corromper a radice una sociedad. Serán ideas simples y elementales (y desquiciadas) pero se imponen con la fuerza del poder y suponen un test de servilismo que hasta ahora está dando excelentes resultados. Hasta las cátedras más venerables se hacen eco de la retórica subnormal de unas ministras florero o, más bien, ministras pancarta, mientras se amenaza con la miseria a quienes osan esgrimir la razón, la naturaleza o la historia.

Es la última (hasta ahora) degeneración de la ideología, la cual, como tantas veces se ha dicho, es una degeneración de la filosofía. No se trata de unas ocurrencias de gente ignorante.

Para que tales seres aparezcan en el mundo, no bastaba con un mundo injusto, era necesario que la noción de o justo y de lo injusto estuviese profundamente degradada, y tal degradación fue el trabajo de los intelectuales.

Si alguien no entiende el porqué del empeño en hacer del animal una criatura con derechos, equiparándolo al ser humano, quizá este libro le dé también una pista.

En cuanto el hombre no es considerado, con un consentimiento general, más que como una cosa entre las demás cosas –tan irresponsable de los altos y bajos de lo que antes se llamaba su vida moral como una moneda de las variaciones de cambio–, el clima de la civilización se vuelve excesivamente favorable al nacimiento y a la multiplicación del animal totalitario.

Tal como advertía Martin Rhonheimer (bueno, y como es fácil intuir) la equiparación del animal al hombre no esconde sino un intento de degradar a este a la condición animal: así se explica la eutanasia, entre otras cosas. Como decía el otro, ¿acaso no matan a los caballos? Y, para esto, el hombre es el mejor cómplice, pues

no se entiende nada del hombre si se le considera naturalmente orgulloso de lo que le distingue, o parece distinguirle de los animales. El hombre medio no está en modo alguno orgulloso de su alma, no desea más que negarla, la niega con un consuelo inmenso, como se despierta de un sueño terrible.

No en vano la ausencia de alma, y por tanto la ausencia de libertad, supone la ausencia de responsabilidad. Por ello,

lejos de ser la consoladora ilusión de los simples, de los ignorantes, la creencia en la libertad, en la responsabilidad del hombre, es a lo largo de los milenios la tradición de las élites; es el espíritu de civilización, la civilización misma transmitida por los genios.

Eso hasta que las élites declinaron esa función. Esa es la verdadera y radical traición de los intelectuales. La masa estaba esperándola:

Hubiese sido capaz de leer de lejos en los labios la sentencia que estaba esperando, que iba a descargarla de su conciencia. El hombre no es libre, ¡qué alegría! Y el sabio es tan poco libre como el ignorante, el prudente como el loco, ¡qué alivio! La igualdad gana de golpe, de un golpe decisivo, todo lo que pierde la libertad…

Con todo, la complicidad de la masa no se habría logrado tan fácilmente sin otro factor cual es la propaganda. Constante, tenaz, sin prisa, sin pausa.

…esta empresa universal de atontamiento cuyo desarrollo gigantesco, bajo el nombre de propaganda, logrará tarde o temprano [ya lo ha hecho] tratar la opinión tan fácilmente, y con técnicas tan seguras como cualquier otra materia prima…

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09 marzo 2023

La libertad, ¿para qué? (II)

La segunda de las conferencias es la que da título al volumen. Libertad, dice Bernanos, es la palabra más prostituida en todas las lenguas. En nombre de ella se ha destruido demasiado, y lo menos que podemos esperar es que esa destrucción sirva para algo. El totalitarismo, dice siempre acecha, y el monopolio de la economía es el escenario más propicio para su avance, ya que “puede ser hoy todavía más o menos difícil el pasar de una dictadura política a la dictadura económica, pero el pasar de la segunda a la primera no es más que un juego de niños”. Otro monstruo el acecho: la igualdad. “La democracia significa mucho menos libertad que igualdad”, y “de cada victoria de la igualdad, todo ciudadano podía sacar algunas ventajas y una cierta satisfacción de su amor propio, pero el beneficio real no iba sino al Estado… Los regímenes totalitarios son los más igualitarios de todos. La igualdad total en la servidumbre total”. El progreso, otro que tal: si el Estado toma las riendas del progreso y se dispone a arreglar la vida a sus ciudadanos, entonces,

La libertad, ¿para qué? ¿Para qué, imbéciles? Dejadme un poco de tiempo, trabajad duro, y en seguida me ocuparé de vosotros por entero, os aseguraré contra toda clase de riesgos (excepto el de la pérdida de la libertad, claro), os casaré, educaré a vuestros hijos, ¿qué más podéis pedir? La libertad, ¿para qué? Ya que soy yo el que tomaré el trabajo de pensar por vosotros, podría ser muy bien libre en lugar vuestro.

Nos parece oír hablar a los diseñadores de ciudades quince minutos, a los ministerios celestinescos, a las secretarías de menús ecológicos o los ayuntamientos que acotan ciudades. “Está claro que quedan por todas partes focos de infección totalitarios en el mundo”, observa Bernanos. Más que quedar, empezaban a prender. “¿Está hecha esta civilización para el hombre, o pretende hacer al hombre para ella, a su imagen y semejanza…?” Pregunta retórica, claro. Por cierto, no se priva Bernanos de hacer tampoco aquí profesión de su ya acreditado chauvinismo, al referirse a Francia como “la más alta y pura expresión histórica” de la “tradición universal”. En fin…

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06 marzo 2023

La libertad, ¿para qué? (I)

Se trata de un cuarteto de conferencias que Bernanos pronunció en los años de posguerra, imbuido de un afán profético, avisando de los males que podría traer la nueva situación. En la primera de ellas, "Francia ante el mundo del mañana", nos sorprende con una exhibición del famoso chauvinismo francés. Nos habla, por ejemplo, de un presunto espíritu de la nación, que él identifica con su historia: “Para reconocer a Francia hay que verla en su historia, es decir, en su espíritu”. Está reprochando a algunos franceses que sean incapaces de reconocer a su patria en el estado actual:

…pero sucede que ya no se ve en ella misma. ¡No importa!... Un pueblo no se juzga por la masa. La masa francesa que en 1940 renunció a la guerra es la misma que la que hoy está tentada de renunciar al Imperio, es decir, al honor, las cargas y el riesgo del imperio.

Parece que estuviera hablando un franquista, ¿eh?... Bueno, ya se ve que muchas de las cosas que se juzgan franquistas son más normales de lo que se piensa. No le importa tampoco ser supremacista en lo que respecta a las virtudes: “lo que esperan de nosotros es que estemos [los franceses, se entiende] por encima de la media, digámoslo claro: que seamos superiores a ellos”. No es malo ser superior, de hecho

el más determinado de los imbéciles, siempre que corra riesgo de reventar, verá muy bien, momentáneamente al menos, que su médico sea netamente superior, no le encontrará nunca bastante superior.

Eso sí, nobleza obliga:

No tienen miedo [los demás] en absoluto de nuestro prestigio. Su temor es, por el contrario, que habiendo perdido la conciencia de ese prestigio y de los derechos que este confiere, hemos perdido al mismo tiempo la conciencia de los deberes que implica.

Seguiremos.

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02 marzo 2023

Agonía

 Pregunta de examen de Primero de Bachillerato:

--Indica los versos donde se pone de manifiesto la prudencia del Cid.

Pregunta de alumno de Primero de Bachillerato: 

--¿Qué es la prudencia?





01 marzo 2023

Los derechos humanos

El dominico Ramón Hernández hace una antología de textos de Francisco de Vitoria sobre lo que dice el título, aunque en sentido amplio. Así, tenemos textos sobre el hombre en sí mismo y en relación con los otros hombres; la familia, la sociedad civil, el poder (su razón de ser y sus límites), el derecho y las leyes, el dominio y la propiedad, el poder eclesiástico, la comunidad internacional, la guerra y la colonización. Tan exhaustiva relación nos da una idea del saber abarcado por este jurista al que últimamente se está reivindicando, junto con sus compañeros de la Escuela de Salamanca (Suárez, Mariana…). Pero lo que sorprende son sus planteamientos sobre los límites del poder, sobre la libertad de religión y de pensamiento y de lo que hoy llamaríamos autonomía de las realidades terrenas, en una época en que se supone que todo eso solo sería concebible si lo trajera un yanqui desde el futuro…. Por supuesto, una cosa es lo que dijera Vitoria y otra lo que se practicara, pero lo cierto es que no tuvo el menor problema, que yo sepa, con las autoridades políticas por hacer este tipo de asertos, como se supone que debería haber tenido, de dar por buenos, claro, los esquemas sobre el oscurantismo del siglo de oro español. Me explico:

Todo el poder del rey viene de la república, que es libre desde el principio. El poder del rey es el mismo que el de la república.

Entre los paganos hay legítimos gobernantes… Los príncipes cristianos, seculares o eclesiásticos, no pueden privar de ese poder a los príncipes infieles, si no han recibido de ellos alguna injuria que no sea la infidelidad.

Los infieles no deben ser coaccionados para que reciban nuestra fe.

La diversidad de religión no es causa justa para una guerra.

La libertad es más útil que cualquier otro bien privado.

El fin de la república y de la potestad secular es solo algo temporal, como la pacífica situación y convivencia de los ciudadanos.

Esto es necesario para la paz: que en lo que respecta al bien común el parecer de la mayoría prevalezca y domine.

Y así. Ramón Hernández ha puesto al frente del libro, como autor, a Vitoria, pero ocupan casi más espacio sus presentaciones y comentarios que los textos de fray Francisco. Aun así, no sobran esos comentarios, porque vienen a ser como un compendio del pensamiento de Vitoria que ahorra una lectura exhaustiva de este o prepara para ella.

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