Pero la mayor sorpresa se reserva para el final, pues la
única carta de respuesta de Equis es
para decirle a Infante que todas sus cartas se han metamorfoseado en una novela
titulada Realidad, que desvela al
fin, y por encima de las opiniones más o menos mentirosas, la verdad del caso.
Y es la cosa que Realidad existe como
novela, y que al parecer (aún no la he leído) muestra, en efecto, el sucederse
real de los hechos narrados en La
incógnita. Se trata, pues, de dos novelas complementarias.
En conclusión: que, cuando me pregunten por el mejor
novelista español del siglo XX (digo veinte) voy a mencionar a Benito Pérez Galdós, pues tan bien se
le dan esos experimentos narrativos (juego con la realidad y la fantasía, con
los puntos de vista…) que se suponen propios de la novela de la pasada
centuria. Esto de plantear una misma historia primero a través de los ojos
engañosos de sus protagonistas y luego según los hechos objetivos es de una
audacia que no se la salta un Faulkner,
y además tiene los méritos de afirmar una realidad objetiva, al contrario que
nuestros escépticos contemporáneos, y de lograr una amenidad, a base de
“gestionar”, como hoy se diría, la lengua coloquial de su tiempo, con la que
parecen estar reñidos los prousts, joyces y faulkners.
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