La mujer pierde su
encanto no solo por permitirse palabras indelicadas, sino también por lo que
escucha, es decir, por lo que osan decir en su presencia. En el seno de la
familia la modestia y la sencillez se bastan para mantener las consideraciones
que a una mujer se deben, pero en la calle hace falta más. La elegancia de su
lenguaje y la nobleza de sus maneras forman parte de su dignidad misma y solo
mediante ellas se ganará el respeto de la sociedad.
Madame de Staël,
1766-1817, novelista, autora de ensayos filosóficos, politóloga, crítica
literaria, salonnière y exiliada
antibonapartista. En La literatura y su
relación con la sociedad, segunda parte, capítulo II.
Gracias, Madame…