Interesante esta observación de Joseph
Ratzinger, y muy actual.
El hombre no puede soportar la pura
y simple moral, no puede vivir de ella; se convierte para él en una
“ley” que provoca el deseo de contradecirla y genera el pecado.
Por eso donde el perdón, el verdadero perdón lleno de eficacia, no
es reconocido y no se cree en él, hay que tratar la moral de tal
modo que las condiciones de pecar no pueden nunca verificarse
propiamente para el individuo. A grandes rasgos puede decirse que la
actual discusión moral tiende a librar a los hombres de la culpa,
haciendo que no se den nunca las condiciones de su posibilidad. Viene
a la mente la mordaz frase de Pascal: Ecce
patres, qui tollunt peccata mundi! He aquí a los padres
que quitan el pecado del mundo.
(En La Iglesia, capítulo 5, 4)