en una reciente entrevista radiofónica, curiosamente con motivo de un
premio literario (otro).
Para empezar, no
supo definir a una mujer más que como maravillosa (alguien con quien
acababan de hablar, creo, y de quien desconozco su relación con el poeta).
Luego recordó su preferencia por la línea clara en
poesía: término inventado por él, según creo, y cosa que es fácil confirmar con
la lectura de cualquiera de sus libros. No le gustan, explica, los enigmas y
las complicaciones. Pero inmediatamente después se ponen a hablar de Machado
y dice que don Antonio no es uno de sus referentes, sino más bien Juan
Ramón y, de modo más cercano... Juan Eduardo Cirlot. Y uno se pasma:
¿es Cirlot ejemplo de línea clara en algo? Al menos lo que le conozco me
resulta tan impenetrable como una película de Tarkovski.
Y para terminar, se define como escéptico. Lo cual tampoco
es nada nuevo para quien le conozca, pero se podía haber quedado ahí. Lejos de
ello, tal vez acuciado por el horror vacui ante el micrófono, se pone a
repetir el tópico progre (¡él!, con tópicos progres) de que el escepticismo es
lo que hace avanzar (no dijo en qué, simplemente avanzar), mientras que los que
tienen creencias y dogmas son los que se estancan. Vamos, un pensamiento a la
altura de cualquier famosete de temporada. Qué mal le está sentando la senectute.
Estuvo más inspirado cuando compuso Caperucita Feroz.