21 enero 2010

Siempre me pregunté por qué a los progres les tira tanto el teatro,


sobre todo si hay ocasión de aligerarse de ropa. Tony Anatrella viene en mi ayuda:


Cuando la interioridad es pobre, deja lugar a la impulsividad y permite a las primeras representaciones expresarse en la transparencia, puesto que nada permite estructurar el interior. Una prueba de ello es la importancia considerable que se da hoy al cuerpo, erigido en el primer principio identitario del individuo. Cuando no se sabe qué decir, se exhibe el cuerpo y, en ciertos casos, se trasviste o se desnuda. Desvelar tan rápidamente la desnudez es más el signo de una incapacidad de ser uno mismo que la manifestación de una nueva libertad. Es una forma de conjurar la angustia del vacío y de la incertidumbre interior.

(En La diferencia prohibida)
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