En su sencillez, resulta más realista (más cercana al “pecador
medio”, por así decirlo) que las titánicas luchas entre el pecado y la gracia
que nos presentan Bernanos y
compañía. Tanto Smith como sus hermanos de sacerdocio y los fieles de ambas
iglesias poseen visos de realidad que tampoco vemos en las grandes
construcciones existenciales de nuestro tiempo y menos en los peleles de la narrativa
hispanoamericana contemporánea, por ejemplo. Aunque solo sea porque estos
personajes (los de Marshall) son
capaces de virtud tanto como de pecado y de apreciarla cuando la ven (la
virtud). El humor latente es otra de las bazas del autor, un humor que se
advierte ligado al optimismo sobrenatural propio de la fe católica y que se
sobrepone a dramas muy reales que incluyen injusticia y muerte.
En definitiva, la novela edificante que uno daría como regalo
de fin de curso a un estudiante, en la época en que eran capaces de entender un
libro.
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