24 octubre 2020

La moción.

Casado actuó como el colegial al que malmeten diciéndole que fulano quiere fastidiarle, y se lo cree, y saca uñas y dientes, demostrando que sabe defenderse, ante la hilaridad de los cizañeros, que le dan cariñosas palmaditas. Sí, señor, tú vales…

Y el caso es que quizá fuese cierto que un éxito relativo de Abascal le apearía del liderazgo de la oposición. En ese sentido, estuvo también acertado al no poner buena cara a las palmaditas y enseñarle también los dientes al pelos. Ni ese me va a desbancar ni vosotros me vais a amansar, o así.

La pena es que no sea tiempo de mordiscos entre la oposición, sino de plantar cara al monstruo. Por eso perdieron los dos. Y perdemos todos, claro.

Paso por el Re-read y me hago con un tomo de obras de Muñoz Seca, más de mil páginas en papel biblia de obras de las que, salvo La venganza de don Mendo, nunca había oído hablar. Títulos como Adán y Evans o John y Thum ya dan el tono de lo que es el teatro de este hombre.

Me pregunta el librero si quiero que me avise cuando haya desembalado los otros tomos que obran en su poder. No soy tan devoto del autor, le digo. De momento, tengo para reírme un rato largo.

Sigo la lectura de Línea Siegfried, de Giménez-Arnau (padre), aún perplejo por el tono más bien rosáceo de una trama que imaginé ante todo bélica. Voy promediando el volumen y ya va adquiriendo algo de ese carácter documental que proclama la contraportada. Aun así, no lo pondría yo junto a un Embajador en el infierno o un Tres días de julio, por ejemplo.