17 abril 2011

En la vil fantasmagoría sexual en que se había convertido mi vida doméstica,


nunca había cruzado aquella línea en concreto, que sé que es la que muchos esposos mujeriegos cruzan sin el menor escrúpulo, y con esto me refiero a proyectar los pecados propios sobre la esposa injuriada, ya sea acusándola de infidelidad o de animar con sutileza una aventura autojustificadora. "Todo el mundo lo hace" te libra de la carga moral, y entonces todos podemos ser sofisticadamente depravados.

Jake Mishkin, en Michael Gruber, El libro del aire y de las sombras

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