Quizá sea la más hipócrita de las
represiones, porque se niega a sí misma a reconocerse como tal. Se
trata de aquella represión ejercida por el adulto relativista que
considera que toda opinión y toda impostura es legítima y que todos
los puntos de vista tienen el mismo derecho a ser tenidos en cuenta,
a saber: el del verdugo y el de la víctima, el del contaminador y el
del contaminado, el de la propaganda y el de la educación, el de
quien argumenta y el de quien opina... Este adulto, queriendo
mostrarse abierto, conciliador y respetuoso, en el fondo lo que hace
es educar contra el amor a al verdad y contra el respeto a los
hechos.
Gregorio Luri, “La
adolescencia: la cultura anfibia”, en El deber moral de serinteligente