12 enero 2018

Frankenstein o El moderno Prometeo

La novela de Mary Shelley comienza en una expedición al Ártico, y pronto se empiezan a superponer diversos planos narrativos: el doctor Frankenstein es subido a bordo de su barco por el primer narrador, y allí cuenta su abracadabrante historia. Más tarde el monstruo toma la palabra durante unas cuantas páginas... Ya vemos que la novela difiere bastante de la película de Boris Karloff, porque allí el monstruo no hablaba y de encuentros en el Ártico nanay. En realidad la mayor creación de la película fue la figura externa del monstruo, realmente horripilante, hasta que Michael Jackson le quitó el encanto al convertirse en su parodia. Por otra parte, las cuestiones morales que plantea Mary Shelley quedan menos explícitas en la versión fílmica, aunque puedan deducirse. Es a esas cuestiones morales, creo, a las que debe la fama la novela, que por lo demás queda reducida a un cuentecillo gótico bastante convencional, con sus excesos retóricos incluidos. La dudosa licitud de fabricar vida humana en un laboratorio, si ello fuera posible; el desamparo en que queda sumida la criatura, sin familia ni posibilidad de crearla; el rechazo provocado por el diferente cuando el diferente es bastante feo; la propia fealdad de la venganza...  y hasta qué punto el hombre es un monstruo de Frankenstein que justifica sus malas acciones por haber sido llamado a un mundo horrible que no buscó él (cuestión muy romántica por cierto). Todo eso está ahí y es más relevante, como digo, que la propia novela como creación literaria, algo así como lo que sucedía con aquella película titulada Matrix, puro festival pirotécnico que volvía a poner sobre el tapete, sin embargo, cuestiones eternas.


__