17 mayo 2023

Doña Inés

Doña Inés (que no es la de Zorrilla) llega a Segovia como para olvidar un pasado que nunca se nos revela. Encuentra una Segovia azoriniana, lo que es decir que se encuentra a sí misma, melancólica, meditativa, en ese limbo ajeno al cambio que son los espacios de Azorín. Soñadora doña Inés, sin embargo (podría ser la de Zorrilla), es vulnerable a un nombre: Diego el de Garcellán, poeta. Y (no sabemos con qué voluntad de autodestrucción) se deja besar por él a la puerta de una iglesia, lo que provoca una tolvanera en el limbo (tolvanera es el título de un capítulo). Es el destierro de hecho: doña Inés termina su peripecia vital en Argentina, como promotora de un colegio para pobres.

Historia pobre donde las haya, servida con una técnica innovadora donde las haya, aunque esto solo unos vargasllosas y unos julianmarías que pululan o pululaban por ahí se lo reconocen. La trama cediendo ante los otros elementos novelísticos, como quería Ortega. Julián Marías, en concreto, que la tenía como su novela favorita de Azorín, habla de una novela cinematográfica por excelencia, y lo explica en esta interesante conferencia. Cada capítulo, para Marías, es un plano cinematográfico: unos planos que se encadenan, como en el cine, no por contigüidad de cosas materiales, sino por contigüidad vital: el barrio de Segovia, Madrid; el retrato de doña Inés; la habitación; la carta...

Hay comentarios totalmente desenfocados que arruinan una obra; otros que te la iluminan totalmente. Así esto último con la conferencia de don Julián sobre Doña Inés. Oh, internet…

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