26 julio 2017

Responda el Estado, no yo

Interesante reflexión del rabino Jonathan Sacks, que explica bien muchas actitudes actuales.

Me llevó años dilucidar lo que había pasado [para que en Occidente se perdiera la conciencia de una responsabilidad moral personal]. La moralidad se había dividido en dos y se había externalizado a otras instituciones. Estaban las elecciones morales por un lado y las consecuencias de las elecciones morales por otro. La propia moralidad se había externalizado al mercado. El mercado nos proporciona elecciones, y la propia moralidad solo es un conjunto de elecciones donde lo que está bien o lo que está mal no significa nada más allá de la satisfacción o la frustración de un deseo. El resultado es que cada vez nos resulta más complicado entender por qué puede haber cosas que queremos hacer, que nos podemos permitir hacer, que tenemos derecho legal a hacer y que sin embargo no deberíamos hacer porque son injustas o deshonrosas o desleales o humillantes: en una palabra, poco éticas. La ética se había reducido a la economía.

En lo que respecta a las consecuencias de nuestras acciones, estas se habían externalizado al Estado. Las malas elecciones conducen a malos resultados: relaciones fallidas, niños descuidados, depresiones, vidas desperdiciadas. Pero el gobierno se encargaría de ello. Olvídese del matrimonio y del vínculo sagrado entre marido y mujer. Olvídese de que los niños necesitan un entorno humano de amor y seguridad. Olvídese de que necesitamos que las comunidades nos den apoyo en tiempo de necesidad. El bienestar se había externalizado al Estado. En cuanto a la conciencia, que antaño desempeñaba un papel tan importante en la vida moral, se podía externalizar a los organismos reguladores. De esta forma, al haber reducido las elecciones morales a una cuestión económica, habíamos transferido las consecuencias de nuestras acciones a la política.

(En Cuadernos de pensamiento político, 52)