Y yo buscando por todas partes la edición de Cartas del
diablo a su sobrino que leí hace años, y poniendo en Google cartas
diablo sobrino trieste carmen martín gaite. Pero no. No era la editorial
Trieste ni Carmen Martín Gaite era la traductora. Esos datos
corresponden a otro título de Lewis, Una pena observada. Gracias
a Iberlibro descubro que la edición de marras era de Espasa-Calpe y su traductor
Miguel Marías.
Y es este el que se lleva el mérito de haberme hecho
disfrutar como un tonto con El diablo propone un brindis, el opúsculo de
Lewis que iba de relleno y que describe en alta definición el espíritu
de la Logse, mil años antes de que la parieran los del PSOE. Fue como un buen
baño tras una caminata bajo el sol o como conducir por una carretera llena de
curvas y sin camiones. Cuando la editorial Rialp lo publicó en volumen aparte
ya no era lo mismo, algo fallaba, no llegaba al corazón. Experiencia parecida a
la que tuve con Antígona, al pasar de la traducción de Labor a otras: el
meollo de la tragedia quedaba oscurecido, perdía toda su gracia, no podía
recomendarlas a los muchachos. Lo que puede un traductor...