A los dictadores les encanta fotografiarse con niños,
testigos Facebook y Twitter, que bullen de imágenes como la que va aquí arriba.
Es parte de su marketing. Sin embargo, no sé lo que puede beneficiar a Iglesias que le vean haciendo cuchi
cuchi a un niño, como en la memorable sesión de inicio de legislatura. Qué va a
pensar la gente de su mesías
vengador.
En todo caso, creo que los motivos de la diputada Bescansa son mucho más simples, tanto
como lo que hay bajo las rastas de su
compañero de bancada. Es el orgullo de la madre que disfruta enseñando al
rorro, pero potenciado por la impudicia de la generación logse, que se hace
extensiva a sus maestros. Con el mismo desparpajo vociferan, dicen tacos o
hacen aguas en la vía pública. Apuesto a que el próximo show es un magreo
furibundo entre diputado y... diputada, con suerte.
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