15 abril 2009

Una corona para tu entierro


Tal vez esta sea una de las novelas de James Hadley Chase con menor componente de truculencias. También con mayor componente de intriga. Lo más cruel que encontramos es quizá la inicial muerte de Vessi en la cámara de gas, y tampoco es para tanto. Esa crueldad que suele atribuirse a nuestro autor se ve sustituida aquí por una larga escena de humor negro, el momento en que Nick Mason y Ackie visten el cadáver de Blondie y lo conducen en coche hasta cualquier sitio.

Y hay también, digo, componente de intriga: unos asesinatos y unos asesinos a los que descubrir. Aquí, Hadley Chase imita a los grandes, a Hammett y a Chandler, no sólo en los ambientes y en los diálogos. Pero la presencia de la dama Mardi Jackson y el enamoramiento arrebatado de Nick nos acercan esta novela más bien a Yo, el jurado, de Spillane. Dicen que Hadley Chase era un plagiario consumado. También podría ser casualidad.

La cosa es que condenan a Vessi a la cámara de gas por el asesinato de Richmond, pez gordo. Pero el bandido va y le sopla a Nick Mason, periodista y tipo duro, que quien lo hizo fue Lu Spencer, el socio. Y tópicos y más tópicos. Pero se pasa más bien...

Nota redactada en septiembre de 2007

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