08 abril 2009

Diccionario de español urgente (Agencia EFE)


Después de leer de cabo a rabo este diccionario (ejercicio que recomiendo a todos) se me aparece el idioma como un organismo aquejado de una tal cantidad de virus como él mismo no es capaz de imaginar, algo así como el enfermo que no sabe que lo es hasta que se somete a un examen médico exhaustivo. El español sobrevivirá, lo hará por muchos años, pues posee también gérmenes de vitalidad no menos eficaces que sus agentes patógenos. El paciente no debe dejarse abrumar por lo que ve al microscopio o lo que su facultativo le recita con profesional frialdad. Pero es bueno conocer por dónde hace agua el buque y cuáles son los flancos desprotegidos.

Si atendemos a la frecuencia con que aparecen en este Diccionario, uno de esos flancos es el de los anglicismos. No hay que preocuparse porque algunos de ellos se nos cuelen en el sistema. Este dispone también de mecanismos de asimilación, y así, nadie siente hoy como extraños giros como hacer las delicias o poner en ridículo, a pesar de su origen galicista. Pero tampoco conviene dejarse avasallar hasta el extremo de llamar handicap a lo que nuestro léxico ("tesoro", lo llamaban los clásicos) denomina desventaja, inconveniente, dificultad, lastre o escollo. Y nada de pensar que nos enfrentamos, con este volumen, a una lectura ingrata y plomiza. Como muestra, puede leerse la entrada sobre la coma y la importancia de saber colocarla en su sitio.


Nota redactada en mayo del 2001


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