10 abril 2009

Hubo muertes hermosas en la historia


el noble gesto de Sócrates
perdurable todavía en la luz ática
bebiendo lentamente la cicuta
Estaban el primer mártir su cara de ángel
contemplando sobre las nubes la gloria de Jesucristo
esas legiones de hombres mujeres niños de Jesucristo
que Viva Cristo Rey gritaban a la muerte en su propia cara
hubo muertes triunfales en la historia
pero Cristo el leproso el amoroso
el herido de Dios el sacerdote y víctima
no podía morir gritando Viva Cristo Rey
él murió de la inmensa muerte oscura
la total la pavorosa muerte del hombre
le hija primogénita del pecado
el primogénito entre los muertos el redentor
él no vio a Jesucristo antes de morir
él entró completamente desnudo en el gran abismo
entre el cielo y la tierra abandonado por puro amor
él murió todas las muertes desamparadas una por una
el grito del enfermo el terror del perverso del sin Dios ni ley
el tiro del suicida el tormento de la virgen asesinada
el más hermoso entre los hijos de los hombres
por amor quiso morir el horror de la muerte en sí
el morir infinito
para hacer que la muerte viera a Dios con sus propios ojos
para hacer que la muerte susurrara
Viva
Cristo
Rey

José Miguel Ibáñez Langlois, Libro de la Pasión, VII, 19


___