Primero, por confundir la ciencia con la chapuza. ¿O acaso arregla usted con chicles los fallos de las cañerías?
Segundo, por pedirle al Papa que hable de ciencia. Para eso están los científicos. Si el Papa ha de hablar de ciencia, es sólo para ponerla en relación con la moral o con la antropología.
Tercero, y supuesto que es usted consciente de lo anterior: por reducir al ser humano a física y química, como un Avito Carrascal que no hubiera aprendido nada en un siglo.
Y, en definitiva, por jugar con la vida de la gente haciéndole creer que con unos filtros se combate una enfermedad cuando no hacen más que incrementar el mal, como gritan los hechos y las cifras. He dicho.