la diferencia de lo de Ferrer con la Educación para la Ciudadanía es que lo de aquel era libre: si querías estudiabas en la Escuela Moderna y salías convertido en un buen anarquista, como Mateo Morral; mientras que la asignatura estrella del gobierno hay que cursarla velis nolis, o sea, por cachavas.
Es una pena que lo fusilaran (a Ferrer, digo), pero no hicieron más que aplicar sus propios métodos: si él propugnaba "una revolución ferozmente sangrienta", fue la víctima de una reacción similar. Siempre he pensado que lo de la pena de muerte es un "remedio de la concupiscencia", como decían, tan desafortunadamente, del matrimonio. Una manera legal de satisfacer ese placer maligno de matar al prójimo. "Oh, sí, en el asesinato había algo terriblemente sexual", decía en una de sus novelas Mickey Spillane. Y en ver asesinar, diría yo. Apostaría a que es lo que ha mantenido (y sigue manteniendo) la pena capital durante tanto tiempo.
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