No deja de resultar irónico el título de este volumen, teniendo en cuenta la sarta de horrores que nos relata. Da la impresión de que nunca se ha jugado tanto con los pueblos como en esta época. Hablar de libertades en el siglo de Hitler y Stalin resulta, cuando menos, paradójico. Pero no cbe atribuir sólo a los dos mayores tiranos la tragedia que culminó en la segunda guerra mundial. La impresión de un enorme teatro manejado por unos líderes delirantes alcanza también a los gobiernos democráticos. Por cierto, que una de las cosas que quedan claras al final del libro es la vaguedad del concepto de democracia, susceptible de ser aplicado tanto a la Rusia soviética cuanto a los principios sociales de la Iglesia, pasando por el liberalismo del llamado mundo libre. Por otro lado, nunca un concepto como el de libertad fue tan proclamado al tiempo que violado.
El caso es que el mérito de la obra es indiscutible y se halla sobre todo en la primera parte, donde Gonzalo Redondo nos ofrece la clave de todo lo que ha ocurrido en nuestro siglo (abarcando desde el fin de la primera guerra hasta el fin de la segunda) y que él cifra en el concepto de crisis de la modernidad. La confianza ilimitada en el progreso humano y en la autonomía de la conciencia individual han producido los lodos de una gran desorientación, primero, y de un enloquecimiento colectivo después. La historia y el arte del siglo XX, sin esta gran decepción, no tienen sentido.
Nota redactada en diciembre de 1998. Añadir que cosas como el régimen del 13 de marzo no son sino caricaturas sin gracia de ese enloquecimiento colectivo, y espero que sus últimos coletazos.